La noche que compramos los billetes de avión para Bangkok no éramos conscientes aún de todo lo que habíamos acumulado en nuestro apartamento en apenas unos meses; pero cuando llegó la hora de reducir todas nuestras pertenencias a los siete kilos que queríamos que pesasen nuestras mochilas, ¡madre mía!
Creo que yo tenía esos siete kilos sólo en camisetas, y teníamos otros siete kilos en calcetines desparejados, así que para hacer unas mochilas que no nos fuesen a romper la espalda al segundo día en Tailandia tuvimos que ponernos muy serios con el concepto "MENOS ES MÁS".
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ALGUNOS IMPRESCINDIBLES, OTROS NO TANTO...
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Lo primero que teníamos que hacer era elegir que mochilas queríamos y en ambos casos estuvimos mirando por internet diferentes opiniones y acabamos tomando la decisión que más o menos nos dio la gana, porque Mireia va a usar una mochila de Decahtlon de 60 litros que ya usó hace más de cinco años para hacer un par de viajes por Europa y con la que estaba muy contenta y yo me compré otra mochila, también en Decathlon en este caso de 50 litros, aunque aparenta ser algo más grande que la de Mireia.
Hemos leído que las mochilas deberían rondar el diez por ciento del peso corporal en algunos sitios, y en otros hasta diez o doce kilos, y lo primero nos parece bastante relativo, porque está más relacionado con la fuerza de cada uno que con su peso absoluto y lo segundo nos parece una auténtica barbaridad. Hicimos la prueba para ver si once kilos era algo accesible y la impresión fue bastante clara, ¿teníamos la espalda cargada de ladrillos?
Tras preguntar a un amigo entendido en la materia, nos decidimos por no cargarlas al máximo, sino rondar los siete kilos, que deberían permitirlos llevarlas sin demasiado desgaste pero también sin olvidar nada de lo que consideramos imprescindible:
Cómo todo en esta vida, cada cuál tiene su opinión, y lo que a nosotros nos parece importante llevar en la mochila a otros les parecerá accesorio, pero así es cómo lo hemos decidido. Creemos que la cantidad de ropa que llevamos es más que suficiente, y que en caso de que con el paso de los días está vaya rompiéndose, nos interesa más comprar ropa en el lugar en que estemos que llevar mudas extra en la espalda durante semanas.
Igualmente pensamos que puede ser bonito escribir un diario de lo que vayamos viendo durante el viaje, con intención de recordarlo dentro de unos años, pero sabemos que quizá esto no sea tan importante para otras personas.
Por último, es posible que resulte raro que no llevemos saco de dormir, pero las zonas a las que vamos son cálidas y tampoco tenemos intención de dormir a la intemperie salvo urgencia, de modo que aunque en su momento compramos sendos sacos, finalmente los vamos a dejar en casa, porque creemos que a lo mejor en varios meses sólo los usaríamos un par de noches, y es mucho peso para tan poco uso.
No llevamos portátil o tablet, pero es probable que durante el inicio del viaje compremos uno de los dos cacharros (al final nos compramos un portátil-tablet pequeño), para poder consultar algunas cosas, aún así buscaremos siempre algo lo más ligero posible, porque no creemos que vayamos a tener tiempo para editar en profundidad fotos o vídeos, cómo para necesitar un equipo grande de dos o tres kilos.
Ambos vamos a llevar móvil, y creemos que de momento nos bastará para el tema fotográfico, pues ninguno de los dos somos expertos y no sabríamos aprovechar al máximo una buena cámara, y para tenerla durante meses en el fondo de la mochila, a riesgo de perderla o romperla, hemos preferido exprimir al máximo nuestros teléfonos.
Tras tener todo listo, quisimos ver cuanto nos había costado todo el equipo, porque una de nuestras máximas es reducir gastos y nos llevamos una buena sorpresa. Los costes de todo no los sabemos, pero por poner algunos ejemplos:
- Ambos libros electrónicos tienen más de cinco años, pero en su momento costaron 80 y 40 euros.
- La mochila de Mireia costó alrededor de 60 euros y la de Horacio ha costado una cosa parecida.
- Casi toda la ropa es ligera y de marcas poco conocidas, así que el coste de las camisetas o de la ropa interior es muy bajo, y si las perdemos durante el viaje no será una tragedia.
- Las zapatillas impermeables y las chanclas han costado algo menos de 25 euros cada par.
- La batería externa costó hace dos años menos de 20 euros, y la memoria externa menos de 15 euros.
- Los impermeables, en el caso de Mireia es un regalo y en el de Horacio menos de diez euros.
- Los cojines para el cuello unos 12 euros entre los dos y las gafas de sol, las de Horacio unos 30 euros y las de Mireia algo más caras porque también están graduadas.
- El botiquín, los candados y el material para escribir lo teníamos ya por casa, así que no ha sido ningún dinero extra.
Tras hacer la cuenta, hemos gastado alrededor de 200-250 euros en tener todo lo necesario para un viaje de varios meses lejos de casa, lo cuál nos parece genial y nos ha hecho replantearnos muchas cosas.
Mientras hemos vivido en Heidelberg este último año hemos pagado un alquiler bastante alto, tanto que nos echábamos a reír mientras buscábamos algunos alojamientos, pues la noche en un bungaló cerca de la playa nos salía más barato que un apartamento en Alemania.
Tras ser consciente de ello, nos hemos sentido más orgullosos que nunca de haber tomado esta decisión, y esperamos que esto sea el comienzo de cambiar un poco nuestro estilo de vida y en el futuro tratar de reducir cosas cómo el consumo de envases de plástico o de los alimentos super procesados o vivir con menos cosas en departamentos más pequeños.
Porque cómo ya decíamos en el comienzo del blog ahora, tras tener listas las mochilas nos hemos dado cuenta de que definitivamente...
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Menos es más |